miércoles, 15 de abril de 2015

Salve, rey del Churro



Conocido con el atractivo mote de “Rey del Churro” en México, Juan Orol se ha convertido en uno de los más interesantes directores de culto del cine mexicano. Y cómo no, basta escuchar el título de una de sus más famosas películas para darnos cuenta del por qué: Gangsters contra Charros.

La historia de este cineasta recuerda un poco a la de Ed Wood, en Estados Unidos, quien a menudo ha sido catalogado como “el peor director de la historia”, y a quien Tim Burton dedicó  una biopic en 1994 con Johnny Depp. Sin embargo, existe una diferencia entre ambos personajes: Juan Orol sí tuvo éxito en vida; fue de hecho uno de los más taquilleros en su época. Todo un logro, considerando que navegó a contracorriente, pues en plena Época de Oro, donde todo era cine de charros, él se atrevió a contar otro tipo de historias. Aquellas que ocurrían bajo la luz neón de los cabarets y en los oscuros callejones de la ciudad de México. Historias de pasiones desenfrenadas al ritmo de la rumba y el estruendo de las ametralladoras Thompson. En sus películas, la pantalla grande no era acaparada por el rostro de Pedro Infante o Jorge Negrete, pero sí por los generosos pechos de María Antonieta Pons en salvaje bamboleo.
Actor, guionista, productor y director, Juan Orol realizó alrededor de 60 películas entre 1934 y 1981. Su principal aporte, podría decirse, fue la tropicalización del gangster; es decir, importar el arquetipo del mafioso de la era de la prohibición en EU al contexto mexicano. No cabe duda que Orol, de origen gallego, tenía una visión romántica sobre este personaje. Es considerado también uno de los precursores del cine de rumberas. En resumen, sus películas eran sobre balaceras y mujeres semidesnudas moviendo sus voluptuosos cuerpos al son de los timbales. ¿Cómo no iban a ser taquilleras?   
Tal vez lo inverosímil de sus argumentos, sus libretos acartonados y la infinidad de errores y absurdos que existen en sus películas, son la causa de que también sea llamado el Surrealista Involuntario. De lo que no cabe duda es que sus filmes tienen un sello único y vale la pena echarles un ojo. Por ahí andan algunos completos en YouTube.

Pues bien, tal como Tim Burton consideró que la vida de Ed Wood era material para una película, en México alguien pensó lo mismo de Juan Orol. Se trata del director Sebastián del Arno, quien eligió a este cineasta como inspiración para realizar su opera prima en 2012: “El fantástico mundo de Juan Orol”.
“Me pareció muy interesante que a pesar de ser considerado como el peor director de la historia del cine mexicano -que eso ya le da un morbo especial- es un personaje absolutamente icónico y fundamental para entender la evolución de la industria cinematográfica en la Época de Oro y para entender al cine mexicano”, dijo del Arno en una entrevista para Animal Político hace tres años.
Ahí reveló que la realización de esta película tomó cerca de 12 años; seis de los cuales el director invirtió en documentarse, pues no existen muchos datos sobre la vida de Juan Orol.
La principal fuente de información, según dijo, es una serie de entrevistas hechas al propio Orol, las cuales le realizaron a una edad muy avanzada, y entre que algunas cosas se le olvidaban y se inventaba otras, es poco lo que se puede afirmar al cien por ciento, por lo que su vida prevalece tras un halo de misterio.  
Los otros seis años se fueron en consolidar la producción, pues cuenta el director que el proyecto se vino abajo en cuatro ocasiones, pero finalmente lograron sacarlo a flote.
Y por supuesto, el último gran reto para la película fue la distribución. En algunas latitudes de México (cómo aquí en Nuevo Laredo, por ejemplo) muchas cintas nacionales (cómo ésta) no llegan a las salas de cines locales. Sucede que cuando en una película mexicana no aparece Eugenio Derbez, resulta muy difícil que se exhiba más allá del DF y otras grandes ciudades.
Pues bien, les tengo una buena noticia para todos aquellos que tienen cuenta de Netflix: “El fantástico mundo de Juan Orol” ha sido subida recientemente al sitio.
Por mucho tiempo estuve buscando esta película en internet, sin éxito, hasta que finalmente desistí y me resigné a que nunca la vería, como muchas otras. Agradable fue la sorpresa cuando entre las novedades de la famosa plataforma digital –versión México- la encontré. ¡Bien por Netflix!
Sobre la película hay que decir que vale la pena verla. Se trata de una comedia bien realizada, con una atmósfera surrealista, ad hoc al personaje central; con un guion sólido, bien estructurado, que se desarrolla ágilmente sin espacios huecos o aburridos. Cuenta la historia del cineasta desde su infancia hasta su vejez, sin perder nunca de vista el enfoque principal, que es su carrera cinematográfica y la evolución de ésta.  

Roberto Sosa, en el papel de Orol, está genial. Si bien no se parece nada al verdadero Orol y su acento llega a fastidiar un poco y a ratos resulta sobreactuado, en lo general supo equilibrar su personaje y hacerlo carismático. Aparecen también Julio Bracho, Jesús Ochoa, Gabriela de la Garza y Marisa Saavedra.
Cabe mencionar que esta primera película de Del Arno está mucho mejor lograda que la segunda: “Cantinflas” (2014), cuyo principal defecto fue precisamente el guion, que en mi opinión no logró decidirse entre contar la historia de su vida o la de la película “La vuelta al mundo en 80 días”, y además repasa apresuradamente varios momentos de la vida del comediante sin desarrollarlos por completo. O dicho de otra forma: quiso abarcar mucho y apretó poco.
No cabe duda que el talento de Sebastián del Arno fue reconocido tras su opera prima y dio pie a que le ofrecieran el ambicioso proyecto de retratar al mimo de México. Quién sabe qué sucedió; tal vez muchos metieron su cuchara y el producto final no fue el mejor. Lástima. 

Pero bueno, les recomiendo que vean “El fantástico mundo de Juan Orol”; una buena opción para una noche de fin de semana, acompañada de su bebida favorita y sendas rebanadas de pizza. Además de ser bastante divertida y ahondar sobre un interesante personaje, representa una oferta diferente de cine mexicano, que últimamente no sale de comedias románticas hechas a imagen y semejanza de la peor basura gringa…  ¡Qué coño!


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