jueves, 7 de mayo de 2015

Daredevil de Netflix: Endemoniadamente osado


Netflix y Marvel; la combinación era impensable y nadie auguraba nada bueno. Sin embargo, pese al escepticismo de muchos, la fórmula culminó con un ¡Eureka! Daredevil de Netflix es, en mi opinión, uno de los proyectos más interesantes que ha salido de Marvel. Incluso más que muchas de sus películas más exitosas.
Recién acabo de finalizar los trece episodios que componen la primera temporada y ahora no puedo esperar a que haya una segunda. No se preocupen, no tiene NADA QUE VER con el fiasco cinematográfico protagonizado por Ben Affleck en 2003.

De entrada, no es otra historia de superhéroes, sino más bien un drama criminal planteado en un contexto realista. De hecho, bastante violento. Algo más parecido a “Batman: el Caballero de la Noche”, pero todavía un poquito más aterrizado. Al mismo tiempo, se desarrolla en el mismo universo cinematográfico de Los Vengadores. Algo que parecería imposible, sin embargo, esa es la magia de esta serie: lo hicieron creíble.
Matt Murdock es un abogado invidente (sí, ciego como la justicia) quien se siente abrumado de ver como el crimen y la corrupción consumen poco a poco su barrio natal Hell's Kitchen, en Nueva York. La primera arena donde combate el crimen es la Corte; sin embargo “hay lugares donde la Ley no puede llegar”, según sus propias palabras, por lo que por las noches se convierte en un justiciero enmascarado. Murdock no es un invidente común y corriente; el resto de sus sentidos se han desarrollado sobremanera y domina las artes marciales. Y aquí empieza lo bueno: no tiene “súperpoderes” ni capacidades sobrehumanas (como Ben Affleck saltando del quinto piso de un edificio sin romperse las piernas), es un hombre invidente con habilidades especiales, pero un hombre al fin y al cabo. Vulnerable, propenso a cometer errores y con una capacidad cardiovascular que eventualmente llega a su límite. Sí, se cansa. Sus oponentes no siempre son monigotes listos para recibir sus puños, a veces también saben pelear tan bien como él. Por eso debe usar más la astucia y la estrategia, antes de actuar.
Este es principal acierto de la serie, la propuesta de un héroe que nunca está completamente por encima de la situación, pero siempre buscando la manera. Hay verdadera tensión en las escenas de acción (por cierto, son geniales las coreografías de pelea), y en ocasiones realmente nos cuestionamos como espectadores cómo va a salir de tal o cual aprieto. Es verdad que Thor, Iron Man y el Capitán América tienen momentos en los que todo parece salir mal, pero no logran engañarnos, estamos relajados porque sabemos que al final todo saldrá bien. No pasa así en esta serie; aunque la lógica nos dice que Daredevil saldrá avante, a veces realmente llegamos a dudar por un momento.
Sin embargo, la parte más original y osada de esta producción es el villano, Wilson Fisk, mejor conocido como Kingpin, que es interpretado de manera magnífica por Vincent D'Onofrio; se trata de un poderoso mafioso que funge como cabeza de un conglomerado de asociaciones criminales en Hell's Kitchen.
Si el héroe es presentado como un ser humano, pasa lo mismo con el villano; incluso más. Fisk no es el clásico todopoderoso cuyo único propósito en la vida es matar al héroe; no es un misántropo con deseos de exterminio. Es un mafioso, es millonario, es poderoso, pero su ambición no es más poder ni más dinero; no, él quiere lo mismo que Daredevil, que su barrio natal -Hell's Kitchen- vuelva a florecer, aunque obvio, su metodología no es la misma... por algo es el malo. Pero sobre todas las cosas, Fisk es el primer villano emocional del universo Marvel; alguien que valora a sus amigos y allegados y está dispuesto a hacer todo por defenderlos. Esto lo convierte en el perfecto némesis, el otro lado de una misma moneda, algo que pocas veces vemos en películas o series de este tipo.
Pero lo más interesante de este personaje es que nunca acabamos de conocerlo. Se presenta como un mafioso maquiavélico, implacable, con serios problemas de autoestima y que ocasionalmente pierde los estribos; al igual que el héroe, no siempre está por encima de las cosas, tiene que lidiar contra la adversidad como cualquier ser humano. No tiene empacho en compartir sus temores o mostrar humildad cuando es necesario. Sin embargo, hay algo en su expresión que parece sugerir que hay más de él que permanece oculto; que lo que vemos es sólo la punta del Iceberg.  
Para acabar, sólo quiero agregar que es muy interesante la manera en que la serie embona perfectamente con el universo cinematográfico. El problema con Los Vengadores es que las películas independientes posteriores de cada personaje pierden sentido. Si el clúster de superhéroes está conformado, ¿por qué enfrenten por su cuenta a villanos que ponen en riesgo al mundo entero? Es decir, si Hydra representó una amenaza global, ¿por qué el Capitán América no llamó a sus compadres para que le echaran una mano? Thor habría hecho papilla al Soldado del Invierno de un solo golpe.
En el caso de Daredevil queda claro que Wilson Fisk no es un trabajo para Los Vengadores. Se trata de un enemigo escurridizo al que hay que atacar por dos frentes: la vía legal y estratégicos golpes en los puntos vulnerables de su organización. Algo que sólo Daredevil puede realizar.

En resumen, Daredevil es una propuesta diferente en su género, que vale la pena echarle un ojo y otro acierto para Netflix.


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